Un american Idol literarioESCRITORES INSTANTANEOS
Con este título, Diego Otero, en El Dominical de El Comercio, desarrolla un artículo bastante peculiar (pero ya nada sorprendente en este mundo mediático y de globalización virtual que hace que todo sea posible). La editorial Simón- Schuster y el sitio de Internet Gather.com acaban de lanzar un concurso literario en el que cibernautas serán los que juzguen y elijan al mejor escritor y a la mejor novela. Los premios, por supuesto, serán grandiosos: el dinero, la fama mediática, la posibilidad de acceder a ese enorme número de personas que consumen todo lo que los medios les indican y sólo si los medios los indican.
El asunto, en resumen, es que cada autor, novato y en habla inglesa (por ahora, supongo), deberá colgar en el sitio de Gather el primer capítulo de su novela. Luego, en la primera ronda, que durará hasta el 3 de abril, la comunidad cibernautas que visite Gather votará para elegir a quince de veinte escritores que pasarán a una segunda etapa. Para la siguiente etapa, los seleccionados colgarán el segundo capítulo de sus novelas para que los mismos votantes escojan a los semifinalistas. La parte final, el 31 de mayo, será determinada por un jurado de “altas personalidades del mundo de las letras”. Imaginó que habrá que tomar en cuenta el nivel de impacto que tengan en los medios. El ganador recibirá un contrato de publicación con Touchstone Fireside y otro con Borders para asegurar que el libro llegue a todos los rincones del país.
Otero se pregunta: ¿Cómo llamarlo? ¿Manía, moda, boom. La interactividad ha tomado del cogote al mundo global, y ahora el público enfebrecido del primer mundo vota para elegir al nuevo idolo de la canción ) «American Idol», al video más popular de «Yuo Tube» (esa página tan asombrosa y escalofriante, o incluso (esto ya está cerca del colmo) al comercial que una marca de golosinas exhibirá durante el «Super Bowl».
Luego, y concuerdo con su ironia y con su preocupación, agrega: “Es en la superficie, la ilusión de una democracia plena, pero también una carnada suculenta para los que quieren juzgar la mascarada del poder, esa en la que no existen los individuos sino encuestas de preferencia o aceptación.
Definitivamente la ola ( la Tercera ola de Toffler es un moco de pavo) que provoca la euforia de la tecnología en comunicaciones y el manejo comercial que se hace de ellas nos va llevando irrefrenablemente a un mundo en donde el arte – tal y como se le entendió por siglos – podría sufrir una mutación escalofriante, por decir lo menos.