He leído con el mayor gusto la reciente novela de Carlos Rengifo, El lenguaje de los espejos (Ediciones Altazor). Obra que obtuvo el Premio de Novela Altazor 2018. Estupendo libro de 258 páginas, divido en 14 capítulos en donde se relata un vasto periodo de la vida del escritor argentino Jorge Luis Borges.
Para lograr este interesante libro sobre el gran Borges, el escritor Carlos Rengifo ha recurrido a una serie de estrategias narrativas que, en conjunto, han logrado concordar adecuadamente con el desafío de ficcionar sobre un escritor tan complejo. Un gran desafío, no solo por la significación literaria del autor de Ficciones, sino, también, porque la vida de Borges, en sí misma, fue singular por decir lo menos.
Rengifo ha usado algunos recursos de la narrativa del mismo Borges como el uso de pies de página para incluir anotaciones ilustrativas que bien podrían seguir siendo parte de la ficción narrativa o datos reales. Algo parecido a lo que hacía Borges y que desconcertaba a los lectores que ya no sabían distinguir entre la ficcionalidad y la realidad. También hace lo mismo cuando narra encuentros con personajes de la época y notas de viaje por Europa en la juventud de Borges. Hechos que son presentados de modo muy sobrio, pero que bien podrían ser parte del juego narrativo. Ahora bien, Carlos Rengifo va más allá y, a tono con el autor a quien recrea, utiliza una prosa cuidadosa con pinceladas poéticas y, ratos, salpicada de términos rebuscados y hasta arcaísmos. No lo hace como una imitación borgiana, sino, más bien, como un homenaje a un autor que hizo de la palabra un instrumento de precisión y belleza.
Sin embargo, debo prevenir, El lenguaje de los espejos no aborda – al menos no directamente – las preocupaciones literarias de Jorge Luis Borges; más bien se ocupa del lado personal y más humano del escritor. Desde una infancia compleja, no solo por su poca inclinación hacia la socialización, sino porque la ceguera ya era un espectro que rondaba a su familia desde la niñez. La pérdida de la visión de su abuela, y también la de su padre, anticipaba un futuro en las tinieblas. Pero la obra también narra las constantes peripecias amorosas de este genial escritor que – a pesar de ello o tal vez por culpa de ello – no lograba adecuarse a las condiciones solicitadas para el amor más sencillo y terrestre. Por las páginas del libro discurren los nombres de las mujeres que acompañaron la vida del escritor, que removieron sus sentimientos, pero que nunca llegaron a concretar una relación convencional. La obra no llega a tocar el periodo en el que el autor se relaciona con María Kodama que, por lo visto, ya fue otra historia. Por supuesto que hay páginas interesantes que narran la relación especial que tuvo con su madre. Pero también hay muchos personajes más que son narrados (algunos muy conocidos y otros tal vez solo ficcionados) y que marcan la vida del Borges.
El lenguaje de los espejos es – desde mi modesta opinión – un estupendo libro que vale la pena leer si se quiere conocer, desde otra perspectiva, aspectos interesantes de la vida de un escritor a quien muchos seguimos admirando y que según Carlos Rengifo: «Su escritura… no envejece. Sus cuentos… siguen muy frescos… Los textos de otros autores han envejecido, y envejecido mal…Borges, no”.
Renglón aparte. Me alegró mucho confirmar la madurez literaria de Carlos Rengifo, a quien he tenido el gusto de conocer desde hace mucho tiempo. Con Carlos compartimos la experiencia de los ya míticos talleres de creación literaria de Libro Abierto en el Museo de Arte de Lima. Desde aquellos tiempos, Carlos no solo demostraba talento, sino, principalmente, una gran disciplina y persistencia para mantener su vocación literaria. Los años solo han venido a confirmar su talento como escritor. Mis felicitaciones y los invito a leer este muy buen libro.