Hace poco Jacinda Arden hizo historia al llevar a su bebé a la Asamblea General número 76 de las Naciones Unidas en New York. Jacinda Arden es la primera ministra de Nueva Zelanda, país que este año celebra 125 años del derecho de sufragio de la mujer.
Nueva Zelanda es el primer país que le dio a la mujer el derecho al voto, una sociedad bastante adelantada con respecto a los derechos de la mujer. Efectivamente, hace 125 años que un grupo de mujeres, lideradas por Kate Sheppard, trabajaron de manera incansable para lograr su derecho al sufragio. Finalmente, estas heroínas lo lograron y, así, el 28 de noviembre de 1893 más de noventa mil mujeres neozelandesas acudieron a votar. Después de esto todo siguió su curso.
En 1933, Elizabeth McCombs, fue la primera mujer en ocupar una silla en el parlamento de Nueva Zelanda. En 1997 Jenny Shipley, se convirtió en la primera mujer cabeza del parlamento, es decir, en la primera ministra. En 1999, Helen Clark ganó las elecciones generales, y como consecuencia de su buen desempeño, ella volvió a ganar las elecciones en 2002 y las volvió a ganar en 2005. Esto la convierte, hasta ahora, en uno de los líderes más reelectos en la historia de Nueva Zelanda.
Hoy Jacinda Arden es la primera ministra y una de las más jóvenes en ocupar ese puesto. Con tan solo 37 años, se convirtió en la tercera mujer en la historia de Nueva Zelanda en ocupar tan importarte labor. Pero hay mucho más. Jacinda Arden es la segunda mujer en el mundo en pedir licencia de maternidad mientras ocupaba un puesto tan determinante.
Son muchos años los que les costó a Nueva Zelanda llegar a donde este aspecto. Por supuesto que aún faltan muchos más para eliminar todas las desigualdades de género, pero es digno de resaltar. Hace poco, y como parte de la celebración de esos 125 años, se juntaron Helen Clark y Jacinda Arden para conversar sobre sus respectivas experiencias ejerciendo el puesto de primera ministra. En esta conversación Jacinda Arden le preguntó a Helen Clark: « ¿Alguna vez pensaste en ti misma para este rol?». A lo que Helen Clark le contestó con un honesto: «No, nunca. La política le pertenecía principalmente a los hombres, una mujer tal vez podía ambicionar algún ministerio, pero no más». « ¿Entonces quienes fueron tus modelos a seguir?», le preguntó Jacinda. Helen mencionó a su mamá, educadora, y a sus profesoras; pero que un modelo de mujer en la política no se le hizo tangible hasta los años ochenta con Harlem Brundtland, en Noruega, quien alcanzó el puesto de primera ministra. Jacinda le respondió con otra pregunta más personal, pero que me interesó muchísimo, porque creo que tiene que ver con todas nosotras. Jacinda le dijo a Helen Clark: «Tú fuiste mi modelo a seguir». Así como ella (Helen Clark), durante su crecimiento, Jacinda pudo ver a mujeres desarrollándose exitosamente en política; sin embargo, a pesar de que contó con todos estos ejemplos de mujeres, nunca pensó en ella misma como quien pudiera ocupar el rol de primera ministra. Entonces, la Arden le formula la pregunta: « ¿Crees que esto se deba a un problema de confianza? Es decir, el hecho de no vernos a nosotras mismas en esos roles, a pesar de que los modelos en estos roles existen».
Una preocupación totalmente valida por parte de la primera ministra de Nueva Zelanda, quien ya está dejando más precedente de los que, al parecer, ella cree. Por un lado, fue muy cuestionada por su edad, además de los rumores de un posible embarazo en campaña que casi le cuestan las elecciones. Pero Jacinda no se dejó amilanó, no postergó su maternidad, ganó las elecciones, anunció su embarazo cuando ya era primera ministra y cumplió con todas sus funciones como tal hasta el momento de su licencia de maternidad. Algo más, ya que Jacinda tiene, por el momento una función importante en el país, ella y su pareja actual, decidieron que él dejaría momentáneamente su trabajo para ser él quien cuide a su bebé mientras Jacinda esté liderando la nación. Acuerdo importante porque, definitivamente, un bebé necesita de una total atención¸ al menos los primeros años.
Jacinda viaja constantemente debido a sus funciones. Lo hace junto con su bebé y su pareja ya que la pequeña aún se alimenta del pecho materno. Esto, por ejemplo, sucedió en la última Asamblea de las Naciones Unidas. No fue de extrañarse verla junto a su hija de tres meses. La escena era bastante tierna. La bebé tuvo que sacar una credencial especial para entrar a las Naciones Unidas junto a su madre. Por su puesto que quien cuidaba a la tierna criatura era el padre (de la bebé), porque Jacinda estaba trabajando. No obstante, los breaks entre sesiones eran aprovechados por la madre para poder reunirse con su hija. Es aquí cuando un fotógrafo capta el momento en el que la primera ministra da un beso a su hija, antes de ponerse en pie y dirigirse al podio a dar un discurso frente a todos los líderes del mundo.
Hubo diversas opiniones al respecto, por el hecho de que ningún otro líder ha llevado a su bebé a las Naciones Unidas. En lo personal, creo que esa es una fotografía valiosísima. Una imagen que lleva el multitasking de las mujeres a otro nivel: salvar al mundo y dar de lactar, entre otras cosas. Jacinda cuenta con el apoyo de su pareja, rompiendo el mito de que la mujer es quien siempre tiene que sacrificar su carrera por la crianza de los niños.
Pero volviendo a la pregunta que le hace Jacinda Arden a Helen Clark: « ¿Crees que sea un problema de confianza no vernos a nosotras mismas en esos roles?». Esta le contesta: «Tú tenías 17 o 18 cuando una mujer fue primera ministra y en los siguientes 10 años otra mujer fue primera ministra también, así que las niñas de hoy saben que es posible. La pregunta no es si es posible hacerlo, la pregunta es si ellas se ven a sí mismas haciéndolo».
En los últimos 30 o 40 años las mujeres han logrado alcanzar muchos puestos importantes. Puestos que solían ser exclusivos de los hombres. Estos son grandes logros que suman puntos en favor de la igualdad de los géneros. Sin embargo, todavía hay que remarcar que, lamentablemente, en las estadísticas, la tendencia sigue colocando a la mujer en puestos masivos de menor paga. Las explicaciones son diversas y todas, discutibles. Desde el sistema mismo que sigue inclinando la balanza hacia el lado masculino, hasta de una larga cadena de hechos históricos que casi han acostumbrado a las sociedades a un favorecimiento masculino. Como dije, explicaciones que pueden someterse a una necesaria discusión. Sin embargo, también puede haber otra condicionante que esté contribuyendo a socavar el desarrollo de la mujer: que las propias mujeres (no todas, por supuesto, ni siquiera la mayoría, espero) no acepten que pueden alcanzarlo todo.
De allí que cierre esta nota con una pregunta para la discusión: ¿no es también nuestra responsabilidad hacer lo necesario para cambiar las cifras de esas estadísticas?
Atrevernos, creérnosla, pelear por esa gerencia, por ese aumento. Demostrar que somos capaces de todo.