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Reseña por Ríchar Primo
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Por más que las novelas sean consideradas, por muchos, el género narrativo por excelencia, la fascinación por el cuento no ha disminuido. Y creo que es así porque el cuento ha estado presente desde el principio de nuestro tiempo, desde cuando nuestros antepasados se guarecían en sus cuevas y los primeros contadores de historias cautivaban a sus oyentes con relatos que mezclaban sus vivencias, sus temores y sus iniciales fantasías. Muchas cosas han cambiado en la actividad de contar historias desde aquellos tiempos, eso incluye las técnicas narrativas y la invención de la escritura; pero la atracción por una buena y contundente historia narrada de un tirón se mantiene intacta.
Es por eso que siempre me contenta leer un buen libro de cuentos. Un racimo de historias cuyo hilo conductor es, a veces, incierto y por eso mismo subyugante. Esa es la impresión que me ha dejado “La irrealidad y sus escombros” de Rocío Uchofen (editorial Maquinaciones 2021). Catorce relatos, cada cual tan interesante como el otro. Me atrevo a clasificar a algunos como fantásticos, otros como urbano realistas y, quizás, otros como confesionales; pero es solo una impresión personal. Aunque en todos, la buena prosa de Rocío y la variación de recursos narrativos entre cuento y cuento hacen de la lectura una grata experiencia. Me refiero a que entre los cambios de voz narrativa (primera, segunda y tercera persona); los cambios temporales y otros acertados recursos cada historia fluye de modo natural y logra su cometido narrativo.
Como suele suceder, hay historias que se conectan mucho mejor con ciertos lectores y, claro, otras a las que le va mejor con las demás. Tal vez porque algunos de esos cuentos tocan fibras en la memoria o en el modo de ver el mundo de cada quien. En el caso del libro de “La irrealidad y otros escombros” me sucedió con relatos como “La vida inconclusa de Enrico Mistral”, creo que por el toque de suspenso y las pinceladas grises con las que se trata la personalidad de los participantes. No hay arquetipos de héroes, es decir, somos seres llenos de contradicciones, y el destino (por llamarlo de alguna manera) tampoco es un dechado de justicia. Lo mismo me sucedió con el “El peso de la capa”, cuento que logra conciliar el amor (más allá de las controversias de género) con una trama intensa en donde la muerte y el suspenso se manejan muy bien. Digo, soy de esos lectores, a quienes les importa mucho el contexto y las causas sociales, pero en la literatura siempre espero que ese compromiso no descuide la importancia artística de una obra narrativa. Es ese el equilibrio que percibí en el cuento mencionado. Los mismo me sucedió con “Esos días perdidos” en donde la malhadada pandemia es la realidad que agobia al personaje principal, una abogada latina, que vive y trabaja en Nueva York. Es un relato conmovedor porque aborda experiencias todavía palpitantes en nuestras vidas.
Tal vez, en este punto, debo mencionar que uno los vasos comunicantes entre la mayoría de los cuentos es la vida de los migrantes, en este caso, hacia los Estados Unidos. Evidentemente, la experiencia parte de la propia realidad de la autora quien, desde ya un par de décadas, radica en esos lares.
Como dije al principio, mi opinión es que todos los cuentos están bien escritos. Valdrá la pena leerlos. Si se quiere de un tirón o, como suele suceder con los libros de cuentos: de uno en uno, con el tiempo necesario para saborearlos luego por un largo rato.
Felicitaciones Rocío por este libro de cuentos.