A PROPOSITO
DEL NOBEL DE LITERATURA
2007
Una vez más, la Academia Sueca pone de manifiesto que no tiene la voluntad de otorgar el Nobel a Vargas Llosa. En este caso, y contra todos los pronósticos, el premio fue para la escritora de origen iraní Doris Leesing (Gran Bretaña 1919). Tampoco es que podamos argumentar algo contra tal señora. En verdad no la he leído (supongo que muy pocos por estos lares). Las notas periodísticas recogen parte de la explicación cuando transcriben frases como «la épica de la experiencia femenina, y su escepticismo y fuerza visionaria con la que ha examinado una civilización dividida«. Puede que sí. Debo leer parte de su obra, necesariamente.
En otra parte de las notas se agrega que «la obra de Lessing es amplia y aborda una gran variedad de asuntos, desde la cuestión de la identidad en culturas ajenas o la definición de salud mental y locura. Su escritura ha basculado entre la crítica social de sus primeros textos, considerados comunistas, como The grass is singing, las investigaciones psicológicas, como El cuaderno dorado, y la incursión en la ciencia ficción, como en la serie Canopus.
Ahora bien, antes de hacer esta nota, discuto con amigo porque a él le parece que es demasiada bulla por Vargas Llosa. Para él, como para muchos otros, la hora de este escritor peruano ya pasó y sus obras contemporáneas ya no tendrían la fuerza totalizadora de sus primeros trabajos narrativos. Le discuto el tema porque – precisamente – leo acerca de Doris Lessing que desde hace muchos años la calidad de su producción se ha debilitado; pero que el conjunto de su obra merecía largamente el reconocimiento. ¿No sería este también el caso del autor de «La casa verde«? Luego de un rato, otro miembro de la mesa me cuenta la historia política de Vargas Llosa y la antipatía que eso le ha generado. Al día siguiente leo en un titular que se rumora que jamás se le daría el premio precisamente por sus ideas neoliberales. Aunque es una verdad de perogrullo que los premios de ese nivel son más de tinte político y de equilibrio diplomático, siempre rebela recordar cómo se confunden las cuestiones literarias con los otros afanes sociales.
Regresando a Doris Leesing, una nota en El País agrega: Novelista británica cuyo interés por la psicología se traduce en su exploración novelesca de la locura y el autoanálisis. Gran parte de su obra está basada en la vida cotidiana e interior de mujeres sensibles y perceptivas. Nació en Persia (actual Irán) y creció en el sur de Rhodesia (actual Zimbabwe). Se trasladó a Inglaterra en 1949. Entre sus obras más notables figuran la pentalogía titulada Hijos de la violencia (1952-1969), un relato, en gran medida autobiográfico, articulado en torno al personaje de Martha Quest, y El cuaderno dorado (1962), su novela más famosa. Esta última se ha convertido en un clásico de la literatura feminista por su estilo experimental y su análisis de la personalidad, la creatividad y la identidad femenina. Su primera novela, Canta la hierba (1950), está ambientada en África, al igual que la extensa antología de relatos publicada bajo el título de Cuentos africanos (1951). Otras novelas dignas de mención son Instrucciones para un descenso al infierno (1971), El verano antes de la noche (1973), Los matrimonios entre las zonas tres, cuatro y cinco (1980), El experimento sirio (1981), La buena terrorista (1985) y El quinto hijo (1988). En busca de un inglés (1960) es un volumen de recuerdos personales.
Hay algo que me ha estado molestando en general. Que muchos me han estado hablando del declive en la propuesta narrativa del peruano y que, luego, he comprobado que no todos han seguido su obra literaria, al menos no con la seriedad como para opinar sobre ella. Al parecer, para muchos basta con su quehacer político para unirse a los detractores. Un tanto mezquino. Me parece.
Copio un fragmento de la obra de la reciente ganadora. La corto del blog de Max Palacios.
UNA MERIENDA EN EL CAMPO (fragmento)
«¿Cómo podemos saber si vieron lo que nosotros vemos? Quizá cuando miraron las colinas, valles, árboles, se hicieron con lo que vieron en una forma que nosotros no comprendemos, como los aborígenes en Australia pueden ser parte de un paisaje a través del canto. Quizá, avizorando, de espaldas a las pinturas que habían ejecutado, ellos eran el paisaje, eran lo que veían. En ocasiones la gente de hoy tiene destellos o momentos, que son como si formaran «parte de todo», emergen en «todo»; ondean en árboles, plantas, suelo, rocas y pasan a ser uno con ellos. ¿Cómo sabemos que esta condición, que se consigue sólo temporal y ocasionalmente, y por rara gente, no fue su estado permanente? »