Ciertamente, la publicación del primer libro tiene una enorme connotación en la vida de todo escritor. Por supuesto que cada libro posterior va a tener una agradable singularidad y una propia memoria; pero el primer libro está cargado de una emoción irrepetible porque, en él, están amalgamados los sentimientos más encontrados. Desde la emoción de ver nuestras historias convertidas en un hecho tangible hasta el temor de que le haya faltado algo que le quite la anhelada perfección a alguna de nuestras historias.
Ahora bien, luego de ese primer paso, el escribiente se encuentra ante el siguiente predicamento: guardar aquella dicha como una grata y única experiencia o acometer inmediatamente otro proyecto de libro. Si acaso se elige esta última opción, entonces ya no queda otra cosa que hacer, sino aceptar que la escritura se ha instalado en nuestra vida para siempre.
El día jueves 4 de junio, junto a mi buen amigo, el escritor José Antonio Galloso, tuve la agradable tarea de presentar el libro de Rossina Winder Calmet titulado «No olvides no quitarte los zapatos». Un conjunto de cuentos muy bien narrados cuya riqueza – entre varias – está en la particular visión tanto de los personajes como de la historias. Rossina demuestra una gran habilidad no solo para destacar rasgos y momentos adecuados, sino que, además, deja clara la presencia de una visión femenina sutil y agradable.
Ahora solo queda esperar que la narradora decida instalarse definitivamente en este complicado mundo de la narración literaria. Si así fuera, auguramos la presencia de una eficiente voz narrativa en los siguientes años.