Cuando la pasión por la literatura, en mi vida, se extendió, ya no solamente a la escritura de mis historias, sino a la búsqueda de otros escritores, de sus ficciones y de sus puntos de vista, impulsado por ese afán personal de encontrar una mejor referencia para saber hacia dónde ir, fue entonces cuando me encontré con la etapa final de lo que ya era llamado el “boom de la literatura latinoamericana. Nombre que se le dio a un momento dado, que arrancó a comienzos de los años sesenta, en donde una lista de escritores y de novelas irrumpieron con fuerza tanto en el mundo académico (con sus propuestas) como en el mercado ( por un peculiar trabajo de algunas editoriales).
Todo se hizo tan fascinante en ese momento. Había que leer, o releer, a Mario Vargas Llosa quien – desde su novela “La ciudad y los perros” – había señalado las pautas para una renovación formal de la novelística con la inclusión, por ejemplo, de recursos usados por el lenguaje cinematográfico. Con la misma unción se tenía que leer, las veces necesarias, “Cien años de soledad” de Gabriel García Márquez y entender la propuesta de lo real maravilloso. Esa propuesta que cautivó la imaginación de muchos y que llevó a otros tantos a replantear el modo de ver que se tenía de la literatura como un instrumento para reentender a América Latina. Y, aunque no pertenecían directamente al “boom”, se releía “Rayuela” de Julio César Cortázar con total fascinación. Por supuesto Jorge Luis Borges estaba por allí. José Donoso, Lezama Lima, Carlos Fuentes, Cabrera Infante, entre otros.
Las cosas – como tenían que ser – han cambiado en el mundo y por allí, se escucha que algunas de esas novelas y de esas propuestas se fueron quedando en su tiempo, sin más trascendencia que la de una anécdota más en la historia de la literatura contemporánea.
A propósito de esta pequeña remembranza (que espero ampliar) me enteró que el Fondo de Cultura Económica lanzará el próximo abril el primero de los trece tomos de la colección de obras redundad del Carlos Fuentes.
Carlos Fuentes (1928) ya ha recibido galardones como el Príncipe de Asturias de las Letras (1994), la condecoración de Legión de Honor Francesa en 1992 y el Premio Picasso otorgado por la UNESCO en Francia 1994. De Carlos Fuentes, tengo fresca en la memoria, “La muerte de Artemio Cruz” libro interesante que narra la vida de un tirano regional. Sin embargo, el mayor aporte de la novela, creo, descansa en la propuesta formal.
De paso, el primer tomo de las obras completas, titulado “Fundaciones mexicanas” contendrá precisamente “La muerte de Artemio Cruz” así como “Los años de Laura Díaz”.