Como pocas veces, esta vez la mayoría de críticos peruanos de cine no han objetado ni menospreciado a las películas ganadoras del Óscar, premio mayor del cine americano. Cine que últimamente mostraba una pobre producción en cuanto la eficacia del lenguaje cinematográfico. De todas maneras, el hecho de que haya habido consenso entre los críticos sorprende, al menos, a una buena mayoría de los cinemeros y cinéfilos. Como que hay diferencias entre los fanáticos del cine, de gusto fino, y los que tenemos el gusto algo chusco. En fin.
Ni hablar del excelente film “
No es lugar para los débiles” en donde la desesper
anza se convierte en la atmósfera que ahoga a todos los personajes en una suerte de abulia de la que no se escapa ni la violencia con la que se recubre el argumento general de la historia. Un hombre, sin mayor trascendencia que la de cazar venados en un desierto tejano, se queda con un maletín de dinero que encontró en medio de un grupo de cadáveres de narcotraficantes. Todo esto desencadena una serie de situaciones por las que atraviesa esta especie de vaquero deteriorado para escapar de su perseguidor: un estremecedor asesino protagonizado por Javier Bardem, largamente merecido con el premio a mejor actor secundario.
Todo en la historia apunta a que el personaje camina hacia su final, el final general de la sociedad postmoderna. El asesino, Bardem, el metavillano inquebrantable, es quien cierra el círculo fatídico.
Aun cuando no
ganó todos los premios que se esperaba,
Petróleo Sangriento es para la mayoría, la épica negra con la que se narra una parte de la historia del desarrollo económico norteamericano. Es una película áspera, sobria, sin mayor codicia para la explotación de las imágenes ni para la sensiblería a la que nos tenía acostumbrado el cine norteamericano cuando se trataba de narrar su historia. La película muestra el desarrollo de Daniel Plainview ( Daniel Day – Lewis), desde cuando no tenía más que la terquedad para buscar el
sueño americano entre las rocas de una mina, hasta su consolidación como magnate petrolero. La película comienza con un fabuloso arranque en un espacio abierto en donde se describe visualmente y con precisión la dureza de una época y el espíritu de los hombres que vivieron ese tiempo. A partir de allí la historia se ocupa de la evolución de la riqueza, el poder y la delación de un hombre con una estremecedora capacidad para determinar los valores necesarios para ganar.
Sin embargo, y aquí me delato en todo caso sólo como
cinemero, si fuera nece
sario. Para mí fue injusto que
Expiación, Deseo y Pecado no tuviera la aclamación que se esperaba. En esta película, el recurso narrativo es de una mano maestra: la combinación de los cuadros narrativos con el propósito de llevarnos al punto central de la historia es notable. La transformación de la historia y de sus personajes desde una arquetipada secuencia de imágenes suaves y momentos planos hasta el punto final en donde con una soberbia actuación Vanesa Redgrave, nos delata que todo ha sido un engaño, pero con un loable propósito: inventarle una vida a Keira knightley y James McAvoy, frustrados en su amor por una mentira.
La película de Joe Wright, pero adaptada de la novela Ian McEwan y que, a decir de los entendidos, logra liberarse de los «vicios del papel» (cuando una película no logra emanciparse del yugo verbal de una novela escrita) te deja una sensación de irrealidad de todo lo que te rodea, y te la deja por un mucho rato, como si de pronto, todo lo que vivieras fuera simplemente una ilusión.
El único reproche que puede hacérsele al guión de Christopher Hampton es, quizás, su extensión. Quizás. No obstante, al margen de esta observación, el film se caracteriza por un buen manejo de los tiempos, sobre todo teniendo en cuenta que la historia propone distintas idas y vueltas cronológicas. Además, el problema de la duración pierde relevancia gracias a una impecable reconstrucción de época, a una banda de sonido original. Yo destaco la intervención del repiqueteo de una máquina de escribir que, desde el arranque, te introduce en la trampa de una historia.
Y como cosa aparte, qué necesidad que tuve luego de amar a Keira Knightley para siempre y durante toda esa semana.
Cuelgo un video, precisamente, de la película Expiación Deseo y Pecado. Personalmente era mejor el título en inglés Atonement, simplemente Expiación.