He terminado de leer la reciente novela de Alonso Cueto, “Cuerpos secretos”. En lo que a mí respecta, un muy buen
trabajo narrativo. Ahora bien, declaro que hubo hechos previos que marcaron mi lectura. Algunos comentarios con los que me fui encontrando antes de empezar a leerla. Por ejemplo, que el libro era un intento fallido en la intención de reflejar nuestras aún complejas relaciones sociales y que, aún más, la relación de amor entre dos personas de distintas condiciones sociales, raciales y hasta de edad era un imposible que le quitaba verosimilitud a la historia. No obstante, ahora que he terminado de leerla, y cuando aún flotan en mi mente los personajes que participaron en la historia, discrepo de tales afirmaciones.
“Cuerpos secretos” es la historia de Lourdes de Schon, una mujer de cuarenta años, profesional, casada con un influyente empresario vinculado al gobierno, que se enamora de Renzo Lozano, un profesor de veinticinco años, oriundo del Cusco, que vive en el distrito de Los Olivos. Es decir dos vidas aparentemente opuestas que en un punto de la historia se enamoran. Claro, una relación poco probable en una sociedad como la nuestra, de convivencia tan compleja y acomplejada. En la novela, el enamoramiento es directo y apasionado, sin enredos filosóficos ni oscuros recovecos psicológicos. El escritor cuenta la historia de ambos en un estilo claro, sin afanes por lograr un lenguaje alambicado ni intentos de acrobacias estructurales.
Pienso entonces que uno de los atributos de la novela está precisamente en el reto de narrar una historia con esos componentes y asumiendo, seguramente, que iba a causar el escepticismo de algunos y la inconformidad sociológica de otros. “Cuerpos secretos” es una historia de amor poco probable dentro de sociedades como la nuestra, pero no imposible. Es en ese pequeño resquicio de lo posible desde donde parte el argumento de la novela. Lourdes y Renzo se han enamorado a pesar de todas las condiciones que los separaban y, sobreponiéndose a todo ello, intentan hacer lo que hacen todos los enamorados: permanecer juntos.
En la historia de amor de ellos, hay un mundo complejo y difícil que el autor les ha armado cogiendo componentes de nuestro entorno, pero que no necesariamente debe ser un fiel reflejo de nuestra realidad. Sin embargo, entiendo que ese siempre va a ser un escollo cuando se trata de pedirle a la ficción toda la rigurosidad de una disciplina científica.
De otro lado, aun cuando las cifras dadas por las estadísticas sean contundentes, y relaciones como las que se plantea en la novela no sean de las más comunes, he sido testigo de algunas historias peculiares que, precisamente por ello, llaman la atención, porque rompen con la tradición. He allí el secreto de una buena historia, si acaso se sabe manejarla con destreza narrativa. Los personajes y los ambientes presentados en la novela no son – ni tienen por qué serlo – una copia idéntica de lo que hay en nuestro entorno, pero corresponden dentro de la atmósfera de la novela.
Recomiendo leer «Cuerpos secretos», participar de su historia y respirar el aire de ese mundo, parecido o no al de nosotros, y solo entonces decir si la novela le gustó.