CONTAMINACIÓN OLIMPICA
En Beijing, comenzó la XXIX edición las Olimpiadas contemporáneas. Más de once mil atletas agrupados en 204 banderas participantes se han juntado para competir en 28 disciplinas deportivas por 302 medallas. Hasta aquí, todo nos llevaría a pensar que el mundo sería mejor si actividades como ésta estuvieran entre las grandes obsesiones del hombre, y no las otras, las destructivas.
Sin embargo, las cosas no siempre son como se quisiera. Las Olimpiadas de este año pusieron en vitrina la contradictoria situación que se vive en China. Mientras que por un lado se estuvo hablando del milagro chino, es más, por aquí se hablaba de aprender de su modelo económico, la dramática realidad de una población que vive con sus libertades recortadas y cuyo famoso esplendor no era del todo y menos para todos, comenzó a notarse cuando ese país tuvo que abrir sus puertas para que el mundo los conociera.
Se supone que el fin supremo del desarrollo es la felicidad del hombre. Cuando este p
recepto se distorsiona, se mal interpreta, entonces parecen justificables todo tipo de felonías siempre que las cifras económicas vayan hacia arriba. Esta crítica debería alcanzar no solo a este país, sino a todos aquellos en donde el progreso sólo se mide por cifras abstractas de dinero acumulado. Por ejemplo, ahora que busco en la televisión algunas imágenes sobre la inauguración, veo un reportaje en donde se habla de la posible suspensión de la maratón porque la contaminación ambiental es tan grave que respirar ya es un problema. ¿Cómo se puede hablar de un país desarrollado en esas condiciones?
Para no ser aguafiestas, y dado que de todas maneras las Olimpiadas se van a dar y siempre despiertan un lado optimista en el espíritu humano, algunos datos interesantes. Por ejemplo, las competencias se inauguran con una cábala peculiar con el número ocho. Es decir, la ceremonia de inauguración se inició el 8 de agosto, octavo mes, del año 2008, a las ocho de la noche. Por lo que leo en algunas notas, el numerito de marras está relacionado con el dinero y la felicidad. A ver pues.
Cerca de 91.000 personas vieron la inauguración en directo y alrededor de 4.000 millones de televidentes en todo el orbe terrestre. Yo no estuve entre esos millones porque, la verdad, no pude encontrar en el cable un canal que me dejara ver la dichosa ceremonia.
Otro dato, Perú ocupó el puesto 158 en el desfile de la ceremonia que es el que le correspondía según el alfabeto mandarín. ¿Habrá alguna medallita? ¡Ah! ¡Qué iluso!
* La segunda foto, intenta graficar el nivel de contaminación que envuelve a sus ciudadades en una constante neblina.
* En un comentario, un lector me avisa que la transmisión completa se vio por canal nueve. Eso me pasa por perder la fe en los canales nacionales.