CLEMENTE PALMA Y VALLEJO
Probablemente más de uno de ustedes recuerde el siguiente fragmento publicado en la revista Variedades (setiembre, 1917) y dirigido a César Vallejo a propósito de uno de sus poemas más conocidos: «Señor C.A.V. Trujillo. También es usted de los que viene con la tonada de que aquí estimulamos a todos los que tocan de afinación la gaita lírica, o sea a los jóvenes a quienes les da el naipe por escribir tonterías poéticas más o menos cursis. Y la tal tonada le da margen para no poner en duda que hemos de publicar su adefesio. Nos remite usted un soneto titulado «El poeta a su amada», que en verdad lo acredita a usted para el acordeón o la ocarina más que para la poesía». El autor de esta apreciación alcanzó renombre precisamente por haberse equivocado tan flagrantemente con Vallejo.
Clemente Palma no sólo fue escritor – definitivamente no en la dimensión de su padre -; sino un temido crítico literario quien, desde las páginas de la revista Variedades, podía encumbrar a un joven escritor o setenciarlo al desprecio y olvido general. En el suplemento Dominical de El Comercio, Alfonso Rabi, en su artículo «
El in-clemente Palma» dice
que sus opiniones eran tan respetadas que los noveles de la pluma temían sus juicios y le adulaban con descaro, aunque no con poca hipocresía. Él se sentía dueño y señor absoluto de estas comarcas. Propinaba varapalos a diestro y siniestro. Salía por allí un jovenzuelo poeta, y Palma le tundía con ensañamiento y perversidad. Parecía atacado de hidrofobia.
No será el primer crítico que se equivoque, ni los criticos literarios tienen por qué saberlo todo siempre. Hay obras artísticas y creadores cuyos planteamientos son difíciles de entender sino en la perspectiva de un tiempo largamente transcurrido. Sin embargo, sigue siendo «un papelón» que el común de los mortales recuerde a alguien principalmente por haberse equivocado. Tengo en la memoria, mientras escribo este «post», la lectura de algunos cuentos de Clemente Palma de su libro «Cuentos malévolos». En su momento me dejaron una grata impresión. Aún recuerdo «Los ojos de Lina» y el final sorprendente. Con los años, fui encontrándole «fallas» de forma y fondo. Mejor no extenderse en este punto, precismente, porque en estas cosas del reconocimiento hay tener más cuidado que cuando se visita la casa de un jabonero.
Alfonso Rabi comenta que el rectorado de la Pontificia Universidad Católica del Perú ha dado a conocer recientemente -para que sepamos muchos que no todo fue una anécdota desafortunada en la vida de este crítico – una edición de la narrativa completa de Clemente Palma en dos volúmenes, lo que supone ponernos en contacto, una vez más, con un período muy importante de nuestra tradición literaria.
Los años en que Palma desarrolla su obra son los del apogeo del poeta José Santos Chocano y su -por momentos- ruidoso novomundismo. Palma, así como otros prosistas contemporáneos suyos, no se pliegan a este afán americanista, sino más bien practican una narrativa muy bien anclada en el decadentismo europeo, con ciertos toques malditos.
Bueno, algunos debemos volver a buscar algún libro de Clemente Palma para «recordarlo». Para quienes no lo han leído, no es una mala idea averiguar un poco más.