Era una posibilidad y, finalmente, esa fue la actitud de las 22 academias de la lengua castellana. Después de mucha conversación interna y otro tanto de dura controversia a través de los medios y de las redes sociales, los responsables de la edición de la nueva Ortografía razonada, decidieron dejar las cosas casi como estaban desde la anterior corrección de 1999. Se llegó a la decisión de que no se quiere imponer nada, ninguna novedad. La publicación que – al parecer – deberá estar en librerías a fines de diciembre, no buscará imponer, sino hacer propuestas; no dictará nuevas normas, sino explicará las que ya existen. Por lo que se entiende, las ambigüedades ortográficas se mantendrán por buen tiempo y la “v” podrá llamarse “uve” o “be corta”, la “y” tiene la libertad de ser llamada “ye” o “y griega”, y con relación al adverbio “solo” se mantiene la recomendación anterior de usar la tilde en caso de duda. Total que hubo mucho música en la orquesta para tan poco baile. De todas maneras, se espera que la edición – que sí amenaza con ser un paquete de más de seiscientas páginas – cumpla con la función de explicar con mayor amplitud muchas de esas reglas que se han tenido que aceptar porque sencillamente aparecían como tal en la edición autorizada por la RAE de 1999. Por mientras, tendré que seguir haciendo todos los malabares para explicarles, a mis desganados alumnos, cómo así deberán tener cuidado con la tilde que puede cambiar el determinativo del enunciado:»esta mañana será hermosa» con el pronombre del enunciado: «ésta mañana será hermosa«. Del mismo modo, dado que no ha pasado gran cosa con el adverbio solo y el adjetivo solo (la tilde sigue siendo opcional en caso de duda), tendré que seguir ingeniándomelas para que no se confundan con enunciados dudosos como «me quedo solo por ti» a «me quedo sólo por ti». Me queda esperar a leer la publicación oficial para saber si, finalmente, se animaron por unificar el caso de palabras con doble acentuación como guion que – como ya dije en un post anterior – deberá tildarse si se pronuncia como bisílabo; pero sin tilde si se pronuncia como monosílabo ¡plop! Por lo menos, mi nuevo amigo y compulsivo flamante editor me va a exonerar (eso espero) de someter mi reciente libro a un nuevo escaneo ortográfico bajo la luz de este nuevo tratado de ortografía que finalmente traerá pocas novedades.