Sigo con mucha atención la producción literaria de Alonso Cueto, aún antes de haber tenido el gusto de conocerlo. Mi primer contacto fue a través de un añejo libro de relatos “Cinco para la nueve y otros cuentos” que llegó a mis alumnos en una campaña por incentivar la lectura en los colegios. Mis alumnos leyeron esos cuentos con mucho interés y se emocionaron con los personajes y con las historias que allí se relataban. Soy profesor con muchos años de experiencia y doy testimonio de que no es fácil conectarse con esos lectores tan particulares como son los adolescentes. Con ellos no hay teoría y construcción estilística sofisticada que valga: les gusta o no, se conectan con la lectura o simplemente la llevan al plano de una tarea más que tendrán que cumplir con los ojos cerrados y la mente en otra parte. El modo de contar de Alonso se enlazó con ellos.
Desde mi particular punto de vista, una buena historia debe atrapar a su lector, lo más pronto posible, tal vez no desde las primeras líneas, pero capturar su atención pronto. Luego este ya seguirá la historia con la suficiente ansiedad, página tras página, atrapado en la trama. Ahora bien, conseguir esa seducción no es tarea fácil. Detrás de ello hay un arduo trabajo que implica la organización de la trama, la distribución de los puntos de tensión, el diseño de los personajes y las locaciones, la determinación de un lenguaje que haga sinfonía con todo lo demás y, más importante aún, el don particular de cada escritor para saber combinar todas esos componentes en la proporciones exactas.
Lo que acabo de enunciar, por supuesto, no es la receta exclusiva ni el único modo de contar. La creación literaria es un espacio lo suficientemente amplio en donde caben muchas posibilidades narrativas. Simplemente señalo una de ellas, la que mejor se conecta con el lector promedio, por la aparente naturalidad con la que fluye la historia. Sin embargo, dicha naturalidad y hasta sencillez no es un objetivo fácil de alcanzar. ¡Qué difícil es escribir un texto interesante, pero de lectura fácil!
Por supuesto que la obra de Alonso Cueto ha sido mucho más prolífica que el libro de cuentos mencionado. Me atrevo a mencionar en desorden – tal vez por cuestión de gustos – la trilogía sobre la subversión: La hora azul, La pasajera y La viajera del viento. A continuación: El susurro de la mujer ballena, Tigre blanco, solo por mencionar algunas de sus obras, muchas de ellas con merecidos premios internacionales. Con detractores (muy pocos en realidad) y muchos seguidores de su obra, Alonso Cueto vienen dejando, sobre la mesa, una selección de novelas que viene mostrando una panorámica de nuestro país: a su modo, desde su particular búsqueda. Creo que cada vez con una mejor sintonía con los avatares de esta nuestra nación, siempre tan cambiante y difícil de enmarcar.
En fin, después de esta enorme vuelta reflexiva, comparto con ustedes una reseña sobre la reciente novela de Alonso Cueto, La segunda amante del Rey (Editorial Random House, 2017).
En Lima, Lali de Rey, esposa de un hombre acaudalado, recibe la noticia – de boca del mismo esposo – de que este está enamorado de otra mujer y que, por lo tanto, tendrán que divorciarse en el más breve plazo. Ella – que ya había vivido los devaneos anteriores del esposo – quiere suponer que aquello podría ser tan solo una más de otras aventuras de Gustavo; en consecuencia, asume una actitud comprensiva mientras urde un plan que le permitiría conseguir que todo vuelva a su lugar. Gustavo, que ya es un hombre de edad madura, está enamorado de una joven de condición social y económica sencilla (eufemismo para decir baja condición social). A continuación, Lali de Rey inicia un plan solapado y maquiavélico para destruir la relación del esposo. Para ello, en la trama aparecen personajes gravitantes como una detective cuyo papel irá intensificándose en la historia, un gigoló contratado por la esposa para descalabrar la relación, un chofer de apariencia sumisa que podría dar la sorpresa, entre otros.
La historia, narrada en tono de suspenso y con ribetes detectivescos, nos va llevando por distintos compartimentos para luego desarmar nuestras predicciones como lectores. Usando un estilo convencional del género detectivesco con un retintín de suspenso y algo – es solo mi opinión – del estilo Chick-lit, esa tendencia a mostrar a la mujer como una víctima dependiente del criterio masculino para encontrar su propia valía, logra llevarnos a un contexto de suspenso bastante efectivo. En lo personal, el desenlace –que ya venía casi cantado – pudo haber tomado otro rumbo sorpresivo y alcanzar ese seductor final impensado que descoloca al lector. Sin embargo, esta estrategia no es una obligación y – en verdad – muchas veces depende del propósito general de la novela.
En ese sentido, en lo del propósito, La segunda amante del rey no solo es una trama manejada con sobriedad, sino es el espacio literario que permite mostrar un inventario de nuestra sociedad con sus diferencias y complejos todavía sumamente marcados, a pesar de negarlo tantas veces y de muchas maneras. Más allá de los amorres, odios, devaneos, razones, tragedias que podrían suceder en cualquier historia de ficción, en la novela, las razones que mueven las piezas del ajedrez de la confabulación de Lali del Rey es la de no perder su lugar como parte de la clase pudiente porque, después de todo, ella tampoco pertenecía a esa privilegiada élite; ella era – antes del matrimonio ventajoso – Lali Reaño, que debe entenderse como un apellido de poca solera, supongo, porque en este punto, me dejo llevar por el sentido de la novela, pues en eso de apellidos rancios me pierdo.
Lima, la ciudad en donde las desigualdades no solo se dan solo por las dramáticas diferencias económicas, sino por asuntos de orden más abstracto (pero no menos contundentes) como la actitud, el espíritu clasista, los complejos: todo lo que contribuye a crear una idiosincrasia peruana resentida, arribista, violenta.
El novelista Alonso Cueto cuenta una novela, no un tratado de sociología, por lo tanto se vale de la ficción para señalarnos lo que acabo de mencionar. Desde la demarcación de la ciudad, señalando nombres de calles, avenidas, barrios y lugares específicos que llevan al lector rápidamente por lugares opuestos. Esto aun cuando no todos conozcan tantos lugares y tantas variaciones en esta mega ciudad. Las diferencias sociales y económicas no están escritas directamente, se descubren a través de sutiles detalles como decorados de ambientes, vehículos y la vida fácil para unos y complicada para otros.
Los personajes que, inicialmente podrían parecer arquetipos acartonados, poco a poco van adquiriendo esa rica contradicción humana en donde no hay héroes totales, sino espíritus presentados con pinceladas grises. Algunos mucho mejor logrados que otros, pero en líneas generales cumplidores con la trama.
Como ya dije, la narrativa de Alonso Cueto continúa – por fortuna – avanzando con un ritmo disciplinado en la tarea no solo de contarnos buenas historias, sino de presentar un personal y amplio cuadro de nuestro entorno.
Sé que “La segunda amante del rey” será presenta el domingo el domingo 30 de julio a las 6 p.m. en el auditorio Abraham Valdelomar de la Feria Internacional del Libro de Lima. Buena oportunidad para escucharlo personalmente.