¿SENTIMIENTO ESCONDIDO?
Una vez más, como no podía ser de otra manera en un país de tantos asuntos inconclusos, el tema del racismo vuelve a ser motivo de un debate. Esta vez, desde la columna de Mirko Lauer en el diario
La República. «
La opinión peruana parece interesarse más en el tema del racismo. ¿Es porque el racismo aumenta o porque disminuye y sus rezagos se vuelven más visibles e intolerables?» Ese es el punto de partida que propone el articulista invitado Rómulo Acurio para presentar las ideas tanto del sicoanalista Jorge Bruce, a propósito de su libro «
Nos habíamos choleado tanto«, como del analista político
Martín Tanaka.
Aun cuando la polémica sobre el racismo, en lo personal, ya me parece irritante, creo que es necesario anotar algunas de esas ideas en esta libreta de paso. El asunto del racismo no es un tema agotado en este nuestro país y lo peor sería intentar pasarlo por alto, como muchos otros asuntos vitales, con la justificación de que hay asuntos más urgentes que solucionar en estos tiempos de globalización. Cuando situaciones como ésta, empapadas de resentimiento, se traspapelan en el fondo del alma, tarde o temprano resultan siendo como la humedad que va corroyendo paulatinamente la fachada más sólida y vistosa. El racismo es un «sentimiento» retrógrada y nocivo, es totalmente insoportable en ambos sentidos, desde los que segregan como de los que se sienten segregados. Sin embargo, allí está, latente en la sociedad peruana, aun cuando es negado por casi todos, va supurando su resentimiento en cada movimiento social: sea político, cultural, artístico.
En un comentado libro Jorge Bruce ha recordado que la clasificación racial, aunque no tiene sustento científico, persiste en el imaginario social como un mecanismo psicológico, una obsesión cargada de resentimiento y autodenigración. Los peruanos necesitan clasificarse a primera vista entre sí para ubicarse socialmente, necesidad a menudo inconsciente que les hace sufrir y que reclama, por tanto, alguna forma de terapia.
El politólogo Martín Tanaka ha reconocido la persistencia del racismo descrito por Bruce, pero indica que para entender a la sociedad peruana es más importante remarcar el cambio de mentalidades de las últimas décadas. En su opinión, el racismo subsiste pero disminuye a medida que aumentan las oportunidades de educación, salud y bienestar y la gente cuestiona las jerarquías discriminatorias del pasado. Para Tanaka, lo importante es cómo actúa la gente, no tanto cómo piensa.
Así, ¿el racismo es un fenómeno tenaz, como indica Bruce, o más bien menguante, como sostiene Tanaka? ¿Es un vaso medio vacío o medio lleno? La realidad actual, me parece, no revela la evolución de un racismo conocido, sino más bien su nueva naturaleza.
Aquí la exclusión racista ya no se basa en el color de la piel, sino en la apariencia más amplia: el acento, el vocabulario, los modales, la vestimenta, la higiene de la persona. El racismo es hoy, en muchas sociedades, una categoría socio-cultural.
Este racismo ha sustituido aquí al rechazo biológico con formas no menos violentas de desprecio. Es crucial entender que su sustento no es ya una ideología de pureza racial, sino de formas dogmáticas de identidad personal. El discurso republicano del mestizaje, las culturas chicha y achorada y la cultura publicitaria globalizada alientan formas diversamente ficticias de igualación o de universalización, modos alternativos de ocultamiento de las diferencias interpersonales.
Contra lo que parece suponer Tanaka, la democratización es sólo eufemística y fuente de mayor racismo si no se asienta en un espacio público de libertad cultural. El desafío subestimado de la democracia peruana es ofrecer a las personas la oportunidad de conquistar, además de una inclusión cívica y material, el reconocimiento de sus singularidades, de sus derechos al arraigo y desarraigo comunitario.
Por eso, también es erróneo concluir, como Bruce, que la respuesta ante el racismo es terapéutica. Se requiere, en realidad, una nueva forma de activismo social: presión pública para políticas estatales a favor de la exploración de las memorias personales, locales y regionales, del diálogo intercultural, de la organización multicultural y de nuevos sentidos de patriotismo y de cosmopolitismo.
Es urgente comprender que el contenido del racismo ha cambiado y que, por ello, desafía en modo nuevo la convivencia entre peruanos distintos.