LA CUMBIA PERUANA Y MARIA ISABEL
María Isabel había cumplido dieciocho años cuando me dijo que se fugaba de casa para cumplir su meta: ser bailarina para un grupo musical: Los Bravos de La Cumbia. Recuerdo muy bien que ella tenía plenamente dieciocho: se percibía en cada parte de su ansioso cuerpo, eso si que lo recuerdo. Aunque cuando lo pienso mejor acepto que tal vez su voluptuosidad no era tanta, sino que pesa más, aun en la memoria, la calentura que siempre me provocó: puede ser. El hecho es que a mí no me gustó para nada eso de que se fugara y, peor aun, como parte de un grupo de música chichera en donde el propio líder tenía más la facha de un delincuente tuberculoso o de vendedor de emoliente mañanero. Pero esa apreciación, francamente, era muy personal o, en todo caso, no importaba gran cosa, porque cuando él y su banda (de trazo parecido) aparecían en los tabladillos que armaban los organizadores de las fiestas sociales, se armaba la grande y la gente, en general, los aclamaba como si fueran la viva expresión de la calidad musical.
El hecho es que María Isabel se fugó con ellos y a mí me quedó un encono aparte para con la música cumbiambera peruana. A ella, María Isabel, nunca volví a verla personalmente, aunque por allí escuchaba historias que muchas veces se contradecían: que había terminado como madre soltera, decían por allí; que se había largado con otro grupo cuando Los Bravos de La Cumbia fueron aplastados por la competencia, contaban otros; que había acabado de prostituta. No importa, María Isabel es todavía la muchachita delgada y cetrina que ensayaba horas de horas ante el viejo espejo de su casa en cuyos techos de calaminas se peleaban los gatos vagabundos. La música tropical se había convertido, para siempre, en el punto de referencia sobre el que orientaba su presente y su futuro. Ella amaba todo lo que tenía que ver con aquel género enrevesado.
Todo esto me viene a la memoria porque estoy leyendo en El Dominical un par de artículos sobre la música tropical andina. En uno, hay un sociológico artículo que habla del desarrollo de este género desde sus comienzos como “cumbia peruana” al son de Los Destellos, para luego llegar a su conversión en algo más peruanísimo en el periodo de Los Shapis. Sin embargo, omiten mencionar la época de la vergüenza cuando algunos vendedores profesionales de imagen buscaron sofistificar el género acomodándolo a las leyes generales del consumo clase mediero. Entonces aparecieron grupos cuyos integrantes habían pasado primero por una sala de maquillaje buscando darle forma a una especie de metros sexuales con sabor nativo. Afortudamente, la cosa se truncó por allí y el género, para tranquilidad de algunos, aun se mantiene en vigencia, rudo, independiente, aunque con una gran cantidad de matices.
En el otro artículo hay una mayor explicación sobre este género usando como marco el reingreso de Los Shapis a la competencia musical. Me entero que el nombre “chicha” aparece como una necesidad de marcar distancia con la “cumbia” que identificaba más la música costumbrista colombiana. Y yo que creía que el término contenía más bien intención despectiva por eso de la fermentación. ¡Cada día se aprende algo!
El género tropical andino no está entre los de mi preferencia, pero eso qué importa. La música, aparte de la búsqueda de la estética en la construcción de su cadencia, debe reflejar el alma individual y social de sus seguidores. Mientras el peruano migrante se instalaba en ese mundo nuevo de cultura diferente, mientras transcurría sus días en la larga batalla por ganarse un espacio, aun en contra de un Estado implacable, la música que fue cambiando con él, adaptándose junto a él, fue este género que muchos llaman híbrido porque aún no hallan otra denominación más objetiva.
Nada está dicho todavía sobre los trazos generales de peruano presente. Probablemente sigamos siendo una amplia gama cultural por mucho tiempo y, aunque a algunos no les guste, en este Perú incierto, se seguirá oyendo y bailando la música que una vez se denominó desesperadamente: Folk – rock – tropical – andino.
Dejo un video con el grupo Los Destellos, agrupación que se cuenta entre los iniciadores de este género. En todo caso, a María Isabel les gustaba y de eso, hace ya tanto tiempo.