Tengo a la mano la revista “Cosas Hombre” de este mes y en ella me encuentro con una entrevista al doctor Estuardo hecha por Fernando Carvallo. Les transcribo algunos fragmentos como una pálida manera de aunarme a esta necesaria celebración.
Por ejemplo, cuando Fernando Carvallo le pregunta sobre sus recuerdos sobre la Lima de aquella época, Estuardo dice que Lima era una cosa y Chorrillos otra muy diferente, que la ciudad homogenizada de hoy no tiene nada que ver con el enorme espacio que antaño se hallaba fragmentado por campos de cultivo.La memoria del doctor Estuardo mantiene vívido el recuerdo muchos de ilustres peruanos como Martín Adan Adan, Emilio Adofo Westphalen o José María Eguren. Todavía los recuerdo – dice – en el patio fascinados por los libros que descubrían y los poemas que germinaban en sus cabezas. Ambos fueron poetas hasta el final de sus días, cada uno a su manera. Martín se decía católico y conservador, pero creo que tenía poco de eso. Escribió un relato admirable que se ambientaba en Barranco, la «Casa de cartón«, pero más gustaba de vivir en el Centro. Emilio era más cerebral y se entusiasmó por el troskismo y el surrealismo. ¿Quién hubiera dicho que a los 24 años con «Abolición de la muerte» y «Las ínsulas extrañas» ya había escrito lo principal de su obra. En otro momento, comenta que fue la generosidad del poeta José María Eguren lo que permitió conocer a personajes como José Carlos Mariátegui.
Cuando se refiere a su condición de profesor, dice: “Yo comencé como profesor de nivel secundario, pero tuve la suerte de conseguir un puesto en la institución que por entonces era lo más importante para la ciencia, la educación y la cultura de nuestro país. He vivido todas sus satisfacciones y también todas sus turbulencias. Pero lo que prefiero retener es que gracias a San Marcos pude dedicar mi vida al estudio y transmitir lo que aprendía a sucesivas generaciones de estudiantes. No hay nada más estimulante para un viejo profesor que la gratitud que le expresan sus antiguos alumnos».
Lúcido y consciente de lo peculiar de su larga vida reflexiona : Nunca pensé vivir tanto tiempo. He sido un hombre feliz, educado en un ambiente de disciplina militar, pero creo haber dado muestras de apertura a os aires nuevos que aporta cada generación. A uno lo mantiene joven frecuentar a los jóvenes, no voltearles la espalda ni limitarse a relaciones con personas de la misma edad. A veces creo que tiene razón el sociólogo español Francisco Ayala, cuando le formularon la misma pregunta: “He llegado a los 100 años porque leo los diarios sin falta todas las mañanas”. Feliz cumpleaños, doctor Estuardo Núñez.