Jorge Luis Borges, a quien hemos leído una y otra vez, y luego otra vez. En algunos casos, para disfrutarlo repetidamente y en otras – la mayoría de ellas quizás – para simplemente poder entender a cabalidad la intensidad de sus construcciones verbales y la hondura de razonamientos. Ese Jorge Luis Borges, resulta que era – a veces lo olvidamos – un ser de carne y hueso que tenía también sus gustos terrestres y las simplezas domésticas de cualquier mortal. Algo de eso recojo en en el
diario La Nación, de las declaraciones de María Kodama su polémica compañera ya en el tramo final de s
u vida. Ella cuenta, por eje
mplo, que Borges escuchaba a Pink Floyd, a los Beatles y a los Stones, nada más y nada menos. Más aún, aborrecía a Beethoven y a Gardel no le perdonaba haber convertido el tango en algo llorón y sentimental. No es el primero de quien oigo esa afirmación con respecto a Gardel y al tango, pero es el primer argentino famoso que pudo decirlo sin que le caigan los fanáticos del gardelismo. Tanto le gustaba Pink Floyd que el «himno para su cumpleaños no el Happy Birthday sino Tha Wall». Como que no es fácil imaginarse al maestro golpeando fuerte el bastón para llevar el ritmo rebelde de aquel grupo. De paso, una pena el fallecimiento de uno de sus integrantes.
La Kodama contó que el escritor tenía pasión por la comida japonesa y que dejó de tomar vino cuando un amigo de su padre vaticinó que se volvería un «borracho perdido». Se consideraba un sordo musical que tenía sólo oído para la música de la palabra. Por lo visto, María Kodama anduvo locuaz en París, donde se exponen 130 fotos de los viajes personales del genial escritor por el mundo. Eso sí, aclaró que a Borges le gustaban Brahms, Bach, la música antigua, medieval, la música folclórica, la milonga y los tangos de la ´guardia vieja´ como los llamaba, porque eran como milongas: tenían letras divertidas, en doble sentido.
Tanto le gustaba Pink Floyd que «
el himno para su cumpleaños no era el Happy birthday sino The Wall». Le gustaba ese tipo de música porque decía que tenía enorme fuerza, terrible pero vital». Los Rolling Stones y los Beatles también «le encantaban por su fuerza increíble.
En una parte final de sus declaraciones, ella expresa: «Creo que si Borges hubiera tenido buena vista quizás lo hubiéramos perdido como escritor -ironizó- Hubiera sido un aventurero. No tenía rutinas, ni siquiera para escribir». Escribía, como decía, «cuando la Musa le dictaba o cuando el espíritu lo habitaba. Si no tenía ninguna idea en la cabeza, seguía de largo y no pasaba nada».