Alegra el balance final de la Feria Internacional del Libro de Lima 2015. Asistieron 502,800 asistentes, eso significa un 12% más que en el 2014. Hubo ventas por 13 millones 600 mil soles, es decir, 30% más que el año pasado.
Se entiende que esta mejora en cifras es el resultado de un trabajo más eficiente (ojo, no óptimo, pero sí rescatable). Según datos de la Cámara Peruana del Libro, se realizaron 630 actividades y hubo presencia de 155 estand en un ambiente renovado con una extensión de 15 mil m². Cifras que indican una intensa y variada actividad que atrajo al público.
Aun cuando todavía se supera los resultados de otras ferias latinoamericanas, se nota que la distancia ya no es tan embarazosa. La cantidad de asistentes ha igualado a la de Bogotá (520 mil visitantes) y se aproxima a la de Guadalajara (765,706). Sin embargo, todavía falta mucho para alcanzar el millón doscientos mil visitantes que recibe cada año la Feria del Libro de Buenos Aires.
Felicitaciones, pues, a los organizadores. Esperaremos ansiosos la siguiente FIL que, seguramente, superará los resultados de esta.
¡Ah! Algo más. Entre los libros más vendidos está la novela de Renato Cisneros, “La distancia que nos separa”,
“HHhH” de Laurent Binet; el ensayo de Charles Walker, “La rebelión de Túpac Amaru”; y “La urgencia por decir nosotros” de Gonzalo Portocarrero. En este sentido, de acuerdo plenamente con el comentario de la revista Caretas. Es decir, se quedaron rezagados los libros de autoayuda, los “best sellers” para adolescentes y alguno que otro título de “escritores” que se confiaron en su vigencia mediática creyendo que con eso concitarían la atención. Esta vez, buena por el lector peruano que ha sorprendido gratamente con sus gustos.