Vanessa Saba y el prejuicio en la otra dirección
CUANDO EL RACISMO OPACA
LA BELLEZA
Estoy leyendo el foro de El Comercio en donde se opina sobre
la elección de Vanessa Saba como la nueva imagen de canal siete. Un tal Miguel opina que es una verguenza que se haya pensado en ella como la imagen de lo peruano y que – «irónico» él – agrega que, de seguir así, pronto van a poner la cara de Leonardo Di Caprio como la parte masculina de lo peruano. Otro opinante llamado Juan pone en entredicho la capacidad e inteligencia de ésta y, sutilmente, desliza la idea de que una mujer bonita, blanca y con cara de «pituca» no puede ser inteligente. Una mujer llamada Lidia acusa a la gente del canal de estar fuera de la realidad. Hay que buscar otra cara: lo peruano tiene otra cara. ¿Cuál? Me preocupo ¿Una morena apabullante como Elvira Cartagena, un mestiza acariciable como Tula Rodríguez? Y con relación a la capacidad ¿Un talento deportivo como Sofia Mulanovich; una destreza periodística como Rosa María Palacios? ¿Una belleza sutil y efectiva como la de una antigua alumna que me ayuda con algunos trabajos? O, tal vez, habría que buscar a alguien menos aspeventoso y más general,
común, por decirlo de alguna manera. ¿Cuál? ¿Mulata, negra, mestiza, blanca? ¿De la universidad Católica o de San Marcos? ¿De un instituto como Charles Chaplin o de otro llamado Sarita Colonia? En todo caso, habría que presionar al Gobierno – tan preocupado por quedar bien con todos – para convocar a un referendo para ponerse de acuerdo, de una vez por todas, en encontrar la cara de lo peruano.
Por mientras, simplemente hay que recordar que los prejuicios raciales vienen desde todos los lados, y en este país, vaya que hay tantos lados como los de la más complicada figura geométrica. En todo caso, muchos ya hemos entendido, que todo esto es más que una simple envidia o superficialidad racista. Es una pequeña muestra de las tantas décadas de una sostenida y soterrada campaña barata que ha divido el país en colores, razas, apellidos. Por ese camino no iremos a ninguna parte. Por supuesto que somos un país con grandes contrastes e imperdonables injusticias en la distribución de las oportunidades. Sin embargo, el asunto no se va arreglar, ni atenuar con separar a la gente por su apariencia. Es imperdonable que se anticipe un juicio sobre la gente por su color, por su apariencia o hasta por la calidad de la ropa con la que se viste. En cualquiera de las direcciones.
Señorita Saba, no se amilane, aunque ya sabe qué difícil es ser marginado en este país por algún «ismo». Eso sí, no nos falle. Algunos la queremos mucho.