Debo confesar que no vi «El resplandor» cuando se estrenó en las salas limeñas. Andaba con otro rollo cinemero en aquel tiempo y era un radical contra el cine estadounidense. Los cines clubes de la época mostraban, básicamente, películas europeas o las escazas latinoamericanas y, dentro de estas, temáticamente, las más contestarias y antisistémicas o, en todo caso, las que horadaban con masoquismo en los repliegues más íntimos de la autodestrucción. Los años – que a veces curan males como la intolerancia – me dejaron conocer otras películas y entender que el arte, cuando es bueno, no tiene otra bandera e identidad que su calidad.
Fue así como me encontré con la estremecedora película «El resplandor» de Kubrick. Director que considero tan complejo como Borges: aunque no se le entienda del todo, se da por descontado que quien está equivocado es uno y no ellos.
Encuentro un artículo publicado en el suplemento El Dominical de El Comercio que expresa muy bien la importancia de esta joya del cine de terror.
Fotógrafo, guionista, director y productor de cine, Stanley Kubrick es, sin lugar a dudas, uno de los más influyentes cineastas del siglo XX y creador de películas icónicas y de culto. Una de ellas es “El resplandor”, que celebra su 30 aniversario. Basada en la novela de Stephen King, la película no fue inicialmente bien recibida por la crítica, aunque hoy se la considera una de las máximas expresiones del género de terror, superior a la obra literaria que la inspiró.
La cinta de Kubrick destaca por su estética, simbolismo, temática y por una comprensión insuperable de la música como parte esencial del cine. En esta película, que narra la paulatina locura del escritor Jack Torrance, magistralmente interpretado por Jack Nicholson, el director echa mano de un novedoso invento: el steady-cam, creado en 1976, un estabilizador que permite atar la cámara al cuerpo del camarógrafo mediante un arnés. De esta manera, logró imágenes similares al punto de vista subjetivo del personaje. Gracias a ella, Kubrick logra, por ejemplo, impresionantes planos de los larguísimos y escalofriantes recorridos en su triciclo de Danny (Danny Lloyd), el niño protagonista. Una mirada subjetiva de los interminables pasadizos del Overlook, en el que su padre, el aspirante a escritor Jack Torrance, y su madre Wendy (Shelley Duval) pasan el solitario invierno.
“El resplandor” está lleno de claves y juegos mentales, y evoca escenas de otras cintas a las que Kubrick les rinde un homenaje: “Las diabólicas” de Clouzot, y principalmente “Psicosis” de Hitchcok. Las escaleras del hotel Overlook son muy parecidas a las de la casa Norman Bates. Además, Kubrick explota muy bien el tecnicolor, filmando ríos de sangre que inundan la pantalla de una amenazador y sofocante tono rojo. Una obra imprescindible, un paradero obligado para los amantes del género de terror. Finalmente, “El resplandor” es la más lograda y sobrecogedora película sobre los fantasmas del escritor frente a la página en blanco.
.