«En las selvas de la paradojas» se tituló el discurso del nobel de literatura Le Clézio. El título fue un préstamo que se permitió del escritor anarquista sueco Stig Dagerman, con lo cual se refiere a la vez a la oposición entre una concepción de la literatura que aspira ser para todos, pero que sigue existiendo para las minorías; y, como segunda paradoja, se centra en la figura del escritor como un ser solitario que a pesar de esa soledad desea comunicarse con la humanidad.
Le Clézio también rindió homenaje de forma directa a la literatura latinoamericana al referirse al escritor mexicano Juan Rulfo y a la influencia que las selvas tropicales de Panamá, lugar donde vivió largos periodos hace 30 años. Sobre esta última se refirió a una prodigiosa contadora de cuentos, Elvira, en la hostil selva de los amerindios, mediante quien comprendio que «la literatura podía existir, pese a todo el desgaste de las convenciones y de los compromisos, pese a la incapacidad de cambiar el mundo en la que se encontraban los escritores».
Así, en primer lugar, el escritor francés dedicó su Nobel a esa desconocida, para después rendir homenaje a autores litararios del mundo entero como el mexicano Juan Rulfo, el nigeriano
Chinua Achebe, el mauritano
Malcolm de Chazal y el poeta británico
Wilfrid Owen. Entre esas menciones, un peruano estuvo presente: José María Arguedas.
«To
Jean-Paul Sartre, for the tears contained in his play
Morts sans sépulture. To Wilfred Owen, the poet who died on the banks of the Marne in 1914. To J.D. Salinger, because he succeeded in putting us in the shoes of a young fourteen-year-old boy named Holden Caulfield. To the writers of the first nations in America – Sherman Alexie the Sioux, Scott Momaday the Navajo for
The Names. To Rita Mestokosho, an Innu poet from Mingan, Quebec, who lends her voice to trees and animals. To José María Arguedas,
Octavio Paz,
Miguel Angel Asturias. To the poets of the oases of Oualata and Chinguetti. For their great imagination, to Alphonse Allais and Raymond Queneau. To Georges Perec for
Quel petit vélo à guidon chromé au fond de la cour? To the West Indian authors Edouard Glissant and Patrick Chamoiseau, to René Depestre from Haiti, to André Schwartz-Bart for
Le Dernier des justes. To the Mexican poet Homero Aridjis who allows us to imagine the life of a leatherback turtle, and who evokes the rivers flowing orange with Monarch butterflies along the streets of his village, Contepec. To Vénus Koury Ghata who speaks of Lebanon as of a tragic, invincible lover. To Khalil Gibran. To Rimbaud. To Emile Nelligan. To Réjean Ducharme, for life.»
Algunos pasajes importantes del discurso:
«En la actualidad, después de la descolonización, la literatura es uno de los medios para que hombres y mujeres de nuestro tiempo expresen su identidad y reivindiquen su derecho a la palabra y a ser escuchados en su diversidad», estimó el novelista Le Clézio.
«La cultura a escala mundial es asunto de todos», dijo, añadiendo que el libro, pese a sus elevados precios en los países pobres, sigue siendo el mejor vector para acceder a la cultura, comparado con internet o el cine.»El libro es, en todo su arcaísmo, la herramienta ideal. Es práctico, fácil de manejar, económico», afirmó el Nobel de 2008.»Lo que le gustaría al escritor por encima de todo es actuar. Actuar en lugar de testimoniar. Escribir, imaginar, soñar, para que sus palabras, sus invenciones y sus sueños intervengan en la realidad, cambien las mentalidades y los corazones, abran un mundo mejor».
Pero el escritor sabe que «las palabras son palabras que el viento de la sociedad se lleva, que los sueños sólo son quimeras».
No obstante, Le Clezio rechaza una visión pesimista. La literatura, dice, «es una vía compleja, difícil, pero creo que es aún más necesaria hoy en día que en tiempos de Byron o de Victor Hugo».
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