En estos recientes días festivos transcurridos, he gozado del gratificante tiempo de leer con tranquilidad. Gratos momentos que solo fueron suspendidos por amenos encuentros familiares, amicales y visitas a sitios como la Feria de Libro.
Ahora bien – pasando un tanto de costado para evitar los bochornosos asuntos políticos – quiero dar cuenta de mis lecturas como el libro «Francisca, Princesa del Perú» (Random House, 2023) de Alonso Cueto.
Lectura muy interesante. Una exploración literaria de la vida de Francisca Pizarro Huaylas Yupanqui (1534-1598). Hija del conquistador Francisco Pizarro y de la princesa inca Quispe Sisa, hermana del último inca, Atahualpa. Desde antes de la lectura, ya había interés por ahondar en la vida una mestiza, descendiente de tan noble abolengo incaico y de un poderoso invasor, quien – aunque de origen popular – ya había obtenido el reconocimiento de la nobleza española y la riqueza para pasar a la historia. ¿Cómo fue la vida de doña Francisca? ¿Qué sentimientos pueden haber atravesado toda su existencia siendo una mestiza de tal abolengo?
Aun cuando es sabido que hay varios trabajos de investigación sobre su vida, como, por ejemplo, el valioso libro «Doña Francisca Pizarro» de María Rostworowski (1915-2016), encontrar una historia novelada despierta la atención. La literatura tiene esa licencia que permite completar los espacios en blanco que la disciplinada ciencia histórica no puede o no debe.
En ese sentido, la escritura de Alonso Cueto cumple muy bien con su trabajo literario. El libro está divido en dos partes. Contado desde la perspectiva de la misma Francisca Pizarro, ya al final de su existencia, a modo de unas supuestas memorias.
En la primera parte, se narra su infancia y lo que va sucediendo en esos tiempos iniciales de conquista. Desde su punto de vista (conflictuado por ser la hija de dos mundos enfrentados), vamos conociendo los entresijos de ese proceso y a sus personajes trascendentes: Francisco y Gonzalo Pizarro, Quispe Sisa o Inés Huaylas Yupanqui, hermana de Huáscar y Atahualpa, esposa de Pizarro (ofrecida por el inca), y a otros personajes destacados. Hay intensas pinceladas que resaltan las ambiciones, las iras y los miedos de todos ellos. Momentos que seguramente ocurrieron, pero que solo la licencia literaria nos permite recrearla.
En la segunda parte se cuenta la vida de la ilustre mestiza en España. Tuvo que viajar hacia allá por circunstancias políticas y de seguridad. Viajar para nunca más volver a su tierra materna. Cuenta su estadía en una prisión «dorada» mientras acompañaba a quien era su tío y luego su esposo, Hernando Pizarro. Su empecinada batalla legal por salvar la fortuna de la familia paterna, sus andares, su lento e inevitable acomodamiento a su nuevo mundo. ¿Qué sentía? ¿Cómo procesó todo lo que había vivido? ¿Lo que era? La historia indica que han quedado pocos datos de su intimidad. Eso sí, muchas huellas de su larga querella para afianzar los bienes familiares. Sin embargo, el escritor se las ingenia para mostrarnos lo que pudo suceder, lo que seguro sucedió. Para ello se vale de datos, testimonios e incluso de la propia mansión (hoy casa – museo) en Trujillo, España, en cuyo frontis aún se mantienen las efigies de los Pizarro, de la misma Francisca y de Inés Huaylas (Quispe Sisa), imágenes incrustadas por decisión de ella.
En todo el devenir de esa vida, se percibe la nostalgia, el conflicto, la incertidumbre de un ser que tuvo el extraño destino de ser una descendiente de dos mundos enfrentados. ¿Fue así? ¿Fue consciente de todo ello? Eso queda en cada lector. Por mi parte, reconozco el buen trabajo de Alonso Cueto y me complazco de haber leído este libro.