UN CUENTO DE COCOSonó el teléfono.
Alo, dijo Sed
Hola Sed, te habla Dios, sorry que te moleste pero necesito que me hagas un favor, dijo con voz muy baja y algo sospechosa
Si Dios dime ¿qué puedo hacer por ti?
Como tú sabrás, yo todo lo puedo ver y sé que esta mañana fuiste muy temprano a comprar y la señora que te dio tu vuelto, te dio cambio de más y tú no lo devolviste, ¿verdad Sed?
Tienes razón, no lo devolví…sorry no pensé que hacía mal. Contestó algo avergonzado Sed.
Bueno, bueno hijo no te preocupes, sólo quiero que me hagas un favor con ese vuelto que te dieron de más; quiero que me compres todos los preservativos que puedas, lo que pasa es que ha caído por acá una chica recontra pecadora a pedir perdón y yo estoy sin protección…dame una mano con este favorcito y todo está arreglado entre nosotros, OK? Dijo Dios hablando aún de manera muy baja, pero ya evidentemente menos sospechosa.
Sed accedió y raudamente fue tras su indulgencia
Compró muchos preservativos, pues el vuelto que le quedó era más o menos grande, luego se puso a pensar cómo diablos iba a entregarle los condones a Dios, la idea de ir hasta el cielo le jodía bastante pues el camino era larguísimo y estaba lleno de ladrones.
Mientras Sed salía del colegio de su barrio donde compró los preservativos, seguía pensando cómo hacer para darle los condones a Dios cuando de pronto, empezó a timbrar el teléfono público que se hallaba a un par de metros de la puerta del colegio.
Sed se sorprendió, pero como no vio a nadie más cerca del teléfono público se acercó y contestó.
Hey Sed, hola soy yo de nuevo, dijo Dios, mira loquito déjame los condones ahí nomás en el teléfono público que yo paso en unos segundos a recogerlos, más bien gracias por todo, de verdad me salvas de una grande socio, tú sabes que no sería bueno si la gente me ve entrando a comprar jebes, luego se entera al toque todo el mundo y todos empiezan a hablar huevadas, gracias de nuevo, tú pásame la voz cuando necesites algo nomás, más bien ya te corto porque se acaba el saldo de mi celu, adiós. Colgó
Sed dejó los preservativos en el teléfono público y comenzó su camino a casa para empezar a estudiar para un examen que tenía al día siguiente. Mientras caminaba volteó a mirar hacia atrás y vio como un niño se acercaba al teléfono público y cogía la bolsa donde estaban los preservativos, seguidamente llegaba Dios y se los arranchaba de manera violenta y lo castigaba con un lapo en la cabeza luego, se marchaba rápido mirando a todos lados.
Ya se había hecho tarde, así que Sed se recostó en el sofá de su casa para comenzar a estudiar para su examen, y, sin quererlo así, se quedó dormido. Se levantó al día siguiente.
Preocupado pues no había estudiado nada aún para el dichoso examen, Sed llamó a Dios.
Alo, dijo Dios, por la voz parecía que la llamada lo acababa de levantar
Alo Dios, te habla Sed
¿Cuál Sed?
Sed pues, el que te compró los profilácticos ayer.
Ah, ¿qué quieres?
Necesito que me hagas un favor, ayer, con todo eso de la diligencia de irte a comprar, no pude estudiar para mi examen de hoy, no sé si puedes darme una manito, la verdad es que lo necesito mucho… por favor Dios. Pidió Sed con voz de muy necesitado.
Entonces se escuchó la voz de una chica al otro lado del teléfono que le decía a Dios:
Amor, ¿con quién hablas?
Con un vago de mierda que quiere que lo ayude por que no estudió para su examen, ta´ bien huevón, que se joda. Le contestó Dios a la chica, para luego retomar la conversación con Sed
Sorry loquito estoy muy ocupado, además, debiste estudiar para tu examen pues, no puedo ayudarte, chau. Colgó
Sed, algo decepcionado, se alistó para ir rumbo a su examen. Como andaba algo preocupado decidió fumarse un cigarrito para calmarse, así que se detuvo en la esquina de su barrio para comprar; vio que de nuevo le estaban dando vuelto de más, esta vez lo devolvió y lanzó el cigarrillo al piso, luego miró al cielo y dijo: a mi no me haces huevón dos veces