De ninguna manera tengo autoridad para especular objetivamente sobre las mujeres. En todo caso, puedo atreverme a escribir, tan solo, que me perecen seres pertubadoramente extraños y cautivadores con las que se tiene que interactuar a diario en una constante oscilación entre la admiración y el conflicto. Y esto, probablemente, desde los comienzos de la cultura humana.
En todo caso, creo, eso sí, que nosotros los hombres somos igual de inciertos para ellas. El punto de equilibrio en la relación de géneros es, en definitiva, una ilusión.
Ahora bien, fíjense que fue una amiga quien me dio la dirección del blog de
Diego Peralta, Fe de Erratas, y me puso en autos acerca de un artículo suyo en donde bocetea un tratado inusual para conservar la «vida» mientras se está enamorado.
No voy decir que este blog no se solidariza necesariamente con las opiniones vertidas por el autor, pero dejo constancia que aun cuando alguna vez me patearon con ventaja y alevosía el corazón, sigo creyendo que una vida sin ellas perdería todo el encanto.
¿Usted cree que está enamorado? ¿Cuándo ella, le habla usted observa cómo su cabello se desliza sobre sus hombros o cómo sus labios se despegan lentamente, o cómo sus pestañas siempre dicen que no? Señor, tengo que advertirle que está usted obsesionado / fascinado con esa mujer.
¿Usted cree que está enamorado? ¿Cuándo ella le habla usted observa cómo su cabello se desliza sobre sus hombros o cómo sus labios se despegan lentamente, o cómo sus pestañas siempre dicen que no? Señor tengo que advertirle que está usted obsesionado, fascinado y empecinado por esa mujer.
Tengo que advertirle que los caminos a partir de ahora no serán fáciles. Ella ya sabe que usted huele su aroma a vainilla cuando la abraza. Ya se dio cuenta que cada vez que le invita un cigarro, aprovecha para tocarle levemente la mano. Ya se percató que usted nunca ve ninguna película, cuando van al cine juntos, sino que la espía durante las dos horas.
Para esa mujer usted es un amigo seguro, un confidente entrañable, un compañero de celos, un seguro de confianza. Usted es quien siempre la mira a los ojos. Quien la busca en las fiestas. Quien siempre está para contestarle el teléfono. Quien nunca le negará una cita. A quien nunca amará.
Para que usted pueda aplicar este manual, tiene que saber que no habrá vuelta atrás. Tiene que comprender que todos los consejos, aunque parezcan contradictorios, lo llevarán al éxito.
Usted debe desaparecer de su Messenger. No debe responder a sus comentarios en el Facebook. No debe responder ninguna de sus llamadas al celular. No debe ir a saludarla cuando se la encuentra en un bar. No debe buscar más esas coincidencias premeditadas. Y si el destino lo acompaña y la encuentra en medio de una turba de pretendientes, debe levantar una ceja, saludarla y apartarse.
Es todo un riesgo, lo sé. Es la sin razón de alejarse de quien más quiere. Es elegir el camino contrario que lo llevara al destino esperado. Una ruta en círculo, en donde tendrá que caminar de espaldas y en sentido contrario.
Ya no le envié flores, es muy tarde. Ya no le haga un CD, con todas las canciones que la recuerdan. Mejor escriba todo lo que sienta por ella. Deje salir esa arteria literaria que lleva dentro y repita la frase «me gustas por» en cada una de las oraciones. Vaya de lo mundano a lo inspirador. No se olvide de los detalles tiernos y también de los dolorosos. Después no se le ocurra mandárselo por mail. Guárdelo con usted.
Luego de escribir sus sentimientos espere su próxima llamada con paciencia. Tendrá que ser un francotirador esperando al presidente. Ella necesitará contarle cual fue última conquista. Y usted, como siempre, será los oídos para sus relatos. Una vez que haya sido torturado con su íntima historia, solo mírela y sonría. Luego llévela a su casa. Maneje lento pero seguro. Ponga en el equipo del auto la canción «
The Blower’s Daugther » de Damian Rice (de la película Closer). Una buena canción para un momento mortal.
Cuando este a punto de salir de su auto, deténgala. No deje que se vaya. Dígale la famosa frase «tengo algo que decirte». Ella esperará lo peor. La bendita declaración que siempre quiso evitar. Usted deslice lentamente el arma que guardo al costado del asiento y cuando ella se percate sáquela. Saqué su laptop y abra aquella verdad escrita con sangre y sinceridad. Enséñesela. Ella lo leerá y luego le tocará el rostro y dirá. «No se que decir». Después dirá que no quiere perder su amistad y huirá tan rápido como el decoro le permite.
Tras este desastroso acontecimiento, usted sentirá un alivio interminable. Por fin todo habrá terminado. Por fin.
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