TODAS LAS SANGRES
TODAS LAS GUERRAS
TODOS LOS PREJUICIOS
Haber (a ver) cómo me meto en este asunto de manera que exprese lo que quiero, pero sin herir a nadie. Es decir, algo así como caminar por el filo de la navaja. Cómo hago para dejar escrito que este asunto del prejuicio racial es algo tan antiguo, tan trillado, tan endémicamente aburrido que hay que tener una buena raza para no hacer hígado con las tantas vueltas que se le da a este tema. La verdad es que estaba buscando una manera de ser eclético; pero eso no se va a poder.
El reciente alboroto que se ha armado en el Congreso a partir de un encontrón entre la Hildebrandt, Supa y Sumire vuelve a mover las aguas de los desencuentros culturales de este país que aun demora en cuajar, que tarda, y tardará mucho más en encontrar una definción más o menos clara de lo que sería lo peruano a largo plazo.
Por mientras, es de muy mala traza que gente como la Hildebrandt dejé salir, desde el fondo de sus entrañas, su desdén con personas que no encajan dentro de lo que ella entiende como patrones culturales estándar. La actividad política es una actividad obviamente pública y de contacto con los todos los otros sectores. De lo contrario, si no lo soporta, si le parece intolerable que haya gente que arruine el aire de civilización (o lo que debería serlo) entonces que se aleje, que se aísle o, parafraseando, a en grupo de rock contestario: que se vaya del país. Qué se vayan todos los que sienten que el atmósfera del nuevo Perú los está ofendiendo. Aquí hay espacio para quienes tengan el suficiente criterio para plantear su formato de lo que debería ser el Perú, cada quien tiene derecho de decir, de proponer qué es lo que se quiere en ese futuro próximo de este conflictivo país.
Pero, también, no va bien que haya quienes juran que el Perú verdadero, valedero, es el país de preponderancia andina, de lenguas amerindias (francamente más mestizas que oriundas), país estrictamente de retablos, de huaynos, de fiestas patronales, de jircas. O sea que los demás no tendrían voz ni voto si por historia fuera, al menos según ellos. Es decir que quien tenga traza de occidental, casi por mala suerte, en este caso, es un apátrida. Estoy oyendo a muchos llenarse la boca con el pedido de respeto a los valores del verdadero Perú. ¿Cuál?
Ciertamente, pienso, y si me equivoco está bien, porque soy otro más de esta ensalada nacional, que este es un país que rezuma prejuicio, marginación, segregación. Es una tara que tira desde todos lados y estorba en todos los lados.