Por Manuel Arboccó de los Heros
Con cierta frecuencia escuchamos de personas cultas que ya peinan canas, todos ellos asombrados, como los contenidos de la TV actual (la peruana y las de otros países) son cada vez más simplones, improvisados, baratos en calidad y sustancia, alejados de la información precisa, científica y humanista, distanciados del lenguaje correcto y bien empleado, de la facilidad con que a cualquier hijo(a) de vecino se le permite salir y mostrarse en pantalla. La mayoría de las veces sin mérito alguno, y solo por haberse peleado con alguien o aparecer en un escándalo cualquiera o haber sido infiel o haber sufrido un “ampay” saliendo de algún lugar o tener un cuerpo mostrable, entiéndase (en caso de las mujeres) enorme tetamenta y un trasero agigantado por las siliconas.
Nunca como hoy cualquier improvisado(a) individuo tiene opción de ser visto a lo largo del territorio nacional pudiendo ser tomados en cuenta por los espectadores, sobre todo los siempre más vulnerables: léase niños sin asesoría, adolescentes extraviados y lentos cognitivamente, y adultos en su mayoría, con un pensamiento operacionalmente concreto para hablar en términos piagetianos. Pero recordemos que hablamos de los que conforman la gran parte de los teleconsumidores, de los nuevos televidentes de la post modernidad.
Si la TV peruana va a tener como protagonistas, ya no a los profesionales del caso, entiéndase periodistas, comunicadores, además de señores actores (hoy por hoy se le llama actor o actriz a cualquiera), sino a personas como las que vemos: actores por autodenominación, vedettes, “chicheritos”, periodistas contratados para hacer campañas pro partidos políticos en época electoral, cómicos ambulantes de plazuelas, contadoras de chismes y calumnias, entonces la situación mediática nacional es de pronóstico más que reservado, y esto en el mejor de los casos. Y todo esto avalado y fervientemente esperado por una masa desinformada, simplona y de mentalidad cuasi infantil.
Se hace necesario mantener una actitud atenta y crítica ante los contenidos en los programas de TV (también con la prensa escrita y radial e internet) pues no solo se trata de ciertas novelas, películas o series groseras o violentas, también existen ciertos “programas periodísticos”, “noticieros”, “programas de entretenimiento” que contribuyen a la vacuidad, estupidización y bajura.
Nota:
Imagen tomada de la revista «Gurb«