Como tenía que ser, y a pocos días de la ceremonia de entrega del Premio Nobel de Literatura para
Mario Vargas Llosa, el ambiente literario peruano ya está bastante definido entre los incondicionales de Vargas Llosa y los infaltables detractores. Claro, también están los otros: en donde se incluyen hasta los que recién se enteran de que Vargas Llosa era escritor y no el director de la película «La ciudad y los perros».
Entiendo de que no podía ser de otra de manera. Tampoco era cosa de que algunos trocaran de posición a última hora. Un escritor como Vargas Llosa, con una constante presencia en el debate ideológico, siempre va a motivar una necesaria confrontación ideas. Lo de malo está en que para algunos es muy difícil separar la discrepancia con las ideas del simple encono personal.
Por ejemplo, encuentro en el blog
Puente Aéreo las severas opiniones críticas de Gustavo Faverón sobre la reciente novela
El sueño del Celta, opiniones que bien tendrían que tomarse en cuenta, aun cuando no necesariamente compartirlas. Ahora bien, lo que me llama la atención son los comentarios de algunos lectores que aprovechan el espacio para poner de manifiesto su respaldo a cualquier posible crítica negativa en torno a la obra o vida de Vargas Llosa. Algunos anticipan de que no se tomarán el tiempo de leer la última novela porque intuyen que será, de todas maneras, mala.
No queda de otra que respetar la libertad de querer o no querer a un autor o a su obra. Y, bueno, en uso irrestricto de esa libertad, yo, mas bien, puedo aseverar que incluso una novela menor de Vargas Llosa ya es una formidable muestra de talento y maestría narrativa. Asimismo, me aúno a quienes censuran la mala costumbre de no separar la obra artística de las otras facetas que componen la vida de una persona. Aunque en este punto, tengo la certeza de que la vida y obra de Vargas Llosa van de la mano en un solo mensaje por la libertad.
Y, en este punto, aunque esa dimensión de libertad no encaje con aquella que otros proponen, al menos hay que aceptar que el escritor ha vivido en respetable concordancia entre sus ideas y sus obras.
Este viernes, contemplaré sumamente feliz y orgulloso la confirmación formal de que Mario Vargas Llosa es un escritor peruano de proyección mundial. O sea, como es obvio, yo estoy entre los incondicionales del verdadero escribidor.
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