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No mucho, pero tampoco tan dramático. Aun así, hay tanto por hacer
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Una encuesta urbano rural, realizada antes de la pandemia, sobre libros y hábitos de lectura de la población peruana indicaba que la lectura de libros era un hábito solo para un 15 por ciento de los peruanos. El porcentaje aumentaba en función del nivel socioeconómico de las familias. De esa misma encuesta se colegía que el porcentaje de NO lectores era mucho mayor entre las personas de más de 45 años en comparación con los jóvenes.
Ahora bien, otro dato que destacar era que, para nosotros, los peruanos, la lectura de libros tenía una función utilitaria. Un 61 por ciento indicó que leía para estar informado; mientras que un 47 por ciento señaló que los hacía para aprender cosas nuevas o mejorar su cultura.
Es decir, que solo para un 39 por ciento la lectura era una actividad más bien lúdica, de distracción o disfrute.
Se sabe que, en otras sociedades, las personas que leen por el simple hecho del disfrute representan una proporción mucho mayor; mejor dicho, el disfrute es el principal motivo para relacionarse con los libros. Una encuesta llegó a indicar que dicha cifra superaba el 80 por ciento. Asociar la lectura con el ocio, el tiempo libre y el placer es una condición importante para fomentar buenos hábitos de lectura, sobre todo entre los niños. Adecuadas políticas de promoción de la lectura en la escuela deberían enfatizar su sentido lúdico, en vez de asociar a los libros con tareas u obligaciones de tipo académico.
En promedio, los peruanos leemos unos 3.3 libros al año, que resulta ser una cifra bastante baja en relación con 8.7 libros al año de los españoles, con perdón de las odiosas comparaciones. La buena noticia, en el caso peruano, es que el promedio de libros que se lee al año tendía a incrementarse entre los jóvenes respecto de los mayores.
De otro lado, los indicadores también señalaban que las bibliotecas peruanas aún eran bastante modestas en relación con algunos países vecinos (otra vez con las disculpas por la comparación). Algo más, el 47 por ciento de los entrevistados declaró no tener más de diez libros en sus casas. El porcentaje de personas que tenían más de cien libros en su hogar apenas llegaba al 4 por ciento. En este punto, también se mojaban con la crítica las familias pertenecientes a los niveles socioeconómicos A y B, pues menos del 15 por ciento de ellos tenían más de 100 libros en sus bibliotecas.
Para cerrar esta nota, el libro digital era conocido apenas por el 27 por ciento de los entrevistados; sin embargo, no significaba que usaran este formato de modo común. Una de las razones que se argüía para no hacerlo era que no acostumbraban a esa tecnología.
Aún no accedo a las cifras de lectura después de la pandemia. Sin embargo, a pesar de un posible incremento, se presume que las cifras sigan siendo bajas.