Mi falda hasta los tobillos, de Carolina Cisneros Pinedo, publicada por Borrador Editores, 2019. Ha sido mi lectura de la semana. Una novela corta, escrita con una prosa directa y nada complicada, y que aborda el conflicto de una jovencita llamada Rebeca en el difícil tránsito de la adolescencia. Dividida en dos partes y trabajada con prolijidad, la novela no se complica en experimentos narrativos ni piruetas lingüísticas. Carolina Cisneros se ha concentrado en contar las peripecias de Rebeca, desde la perspectiva del personaje principal, y con un manejo sobrio de sus recursos narrativos.
Rebeca, una adolescente que vive con su madre y con su abuela, ha sido trasladada de colegio. Por lo tanto, su entorno se ha trastocado y debe adaptarse a las nuevas circunstancias. Sin embargo, hay mucho más que el nuevo colegio, hay una movilización de sus emociones y hasta un reacomodo de todas las referencias que, hasta allí, le habían permitido organizar su vida: la religión, la aceptación (hasta allí sin objeciones) de las normas de vida predicadas por la familia, entre otras referencias.
Siente que en el nuevo colegio, sus rutinas y hasta su modo de vestir no encajan. De entrada, el largo de la falda de su uniforme es demasiado prolongado en comparación a cómo lo usan sus nuevas compañeras de colegio. Ella lo lleva hasta los tobillos. Sin embargo no es solo el largo de la falda, aunque ese tema es el que simboliza toda la crisis que se le avecina. A lo largo de la novela, Rebeca hace intentos por adaptarse a esas nuevas condiciones. Primero lo intenta tratando de no descomponer el orden anterior, pero, poco a poco, todo se complica. ¿Cómo hará Rebeca para asumir esa nueva etapa de su vida? ¿Qué dificultades tendrá que enfrentar en esa etapa de cambios? ¿Podrá lograrlo finalmente o tendrá que esperar todavía un poco más?
Esa es la historia con la se encontrará el lector en la novela de Carolina Cisneros. Ahora bien, como bien es sabido, una novela no es solo el tema y el argumento, sino el tratamiento que se le da. En este sentido, como ya dije en las primeras líneas, la escritora presenta la historia en una prosa directa y clara, sin mayores rebuscamientos. Delinea los ambientes y los personajes con eficiencia, aunque tampoco ahonda en ellos. Salvo Rebeca, los demás personajes no presentan mayor complejidad. Probablemente porque la propuesta de la obra apuntaba al trance de adaptación de Rebeca, de modo que los demás participantes quedan como ese fondo difuso de las fotografías en las que se busca destacar a una imagen central.
Rebeca es una adolescente compleja. Lee literatura, se aprende versos de poetas poco comunes; se conoce pasajes bíblicos que interpreta con inteligencia, siente atracción por personas que rebasan su edad y su promedio. Es una adolescente que sufre de un modo profundo las circunstancias sociales. Sin embargo – a pesar de que la historia irradia un claro oscuro feminista – no creo que ese sea el motor que mueva la historia. Sin quitarle importancia a la delicadeza con la se presenta el que sea una adolescente, pienso que el asunto principal es el difícil tránsito de una etapa a otra.
En líneas generales, Mi falda hasta los tobillos es una novela recomendable. Una novela que deja constancia de que se cuenta con una escritora con talento para contar y con una historia, la de Rebeca, que puede alcanzar, tranquilamente, para una continuación.