He recibido un correo de
Pepe San Martín quien, siempre coherente con su modo de ser, aprovecha la oportunidad de los saludos de fin de año para recordarnos que las actividades en contra de la brutal contaminación ambiental de nuestro único mundo no pueden descuidarse. Lamentablemente, y a pesar del clamor de gran parte de la población, todavía se ha hecho todavía muy poco.
Si bien es cierto que la reciente
Cumbre del Clima en Cancún fue algo más esperanzadora que la anterior en
Copenhague, todo aún sigue siendo una suma de gestos y de buenas intenciones que avanza a paso demasiado lento en comparación con el trote acelerado con el que medio ambiente se viene deteriorando.
Concuerdo plenamente con Pepe San Martín en que es necesario que cada quien, desde el espacio en donde desarrollemos nuestras habilidades, fijemos dentro de nuestra agenda de compromisos para el próximo año un gran espacio para persistir en toda campaña que marque nuestra posición en contra de esta salvaje contaminación de nuestro ambiente.
Cuelgo el gráfico que me envía Pepe y me comprometo también a tener presente, como dijo John Donne, en el epígrafe que aparece en la novela «
Por quién doblan las campanas» de Ernest Hemingway:
Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo de continente, una parte de la tierra.; si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia. La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas: doblan por ti